Si no puedo crear no puedo aprender. Si no puedo aprender me voy.
Qué fue lo que me hizo abandonar un empleo en la industria de la automatización para enfocarme en la robótica educativa y trabajar para mí mientras camino rumbo a Sindesia.
En diciembre de 2019 abandoné un empleo muy bien remunerado en la cima de mi carrera profesional para sorpresa de la gerencia de mi empresa, pero es posible explicar las motivaciones en unas líneas.
He tenido la suerte de vivir una infancia en la que mi entorno familiar y escolar fomentaba la creatividad y la curiosidad. Se me animaba a investigar y descubrir.
Nunca tuve un reproche de mis padres por destripar mis juguetes electrónicos para entender su interior por muy nuevos y caros que fueran, más bien todo lo contrario. Y en el colegio mis maravillosas profesoras nunca esquivaron una de mis preguntas incómodas para saciar mis ganas de aprender.
Perseguí mis motivaciones hasta convertirme en electrónico industrial y solo me arrepiento de no haber tomado el camino de la formación profesional. Quizá tenga solución.
Me especialicé en automática y realicé mi proyecto final de carrera en una fábrica de guarnecidos de automoción. Había trabajado en diferentes empleos mientras estudiaba, pero tenía claro que me encantaba la automatización.
Empecé a trabajar programando todo tipo de líneas de producción robotizadas y disfrutaba igual que lo hacía siendo un niño pero los juguetes eran más grandes y más caros, y lo mejor de todo… me pagaban por ello.
Cada vez era más valorado por mis responsables y empecé a tener mayores responsabilidades que no tenían que ver con la programación. Mis ingresos aumentaban pero la diversión disminuía.
Finalmente me promocionaron y pasé a ser director técnico con un gran equipo de ingeniería a mi cargo. Pensé que tendría libertad para desarrollar todo lo que tenía en mi cabeza, pero lo único que hicieron fue darme un látigo de oro y cortarme las alas.
Así estuve unos años, pero soy una persona curiosa y si no me dejaban desarrollar mis ideas no podía seguir aprendiendo. Si no podía seguir aprendiendo no quería seguir allí.
Unos años antes había apuntado a mis hijos a una extraescolar tecnológica y había conocido unos kits de robótica educativa maravillosos de los que quedé enamorado. De nuevo podía jugar.
Fuimos haciendo cosas en casa y alcancé cierta visibilidad porque compartía vídeos en YouTube de las cosas que hacía con mis hijos. Decenas de profesores empezaron a preguntarme y me sentía realmente bien cada vez que podía ayudarles de alguna manera por lo que lancé Juegos Robótica para organizar la información.
En el otoño de 2019 me di cuenta de que lo único que me ataba a mi trabajo era el miedo a perder un muy buen sueldo, pero sentía que era más feliz con la semilla que había plantado con Juegos Robótica y que quizá podría generar ingresos decentes en un tiempo. En casa decidimos que merecía la pena intentarlo.
Pasé entonces a dedicarme profesionalmente a tiempo completo a la tarea de conseguir despertar la curiosidad de los más jóvenes por la tecnología como mejor sabía, a través de la programación y la robótica desde un punto de vista creativo y no de consumo.
Para tener mayor impacto en los chavales necesitaba apoyarme en los docentes que seguían mis contenidos y fui conociendo mejor el sistema educativo. Y cuanto más lo conocía más lo cuestionaba.
¿Cómo pueden los maestros conseguir que sus estudiantes tengan curiosidad y ganas por aprender si están obligados a enseñar por un sistema que premia las calificaciones por encima de la creatividad?
El éxito de un sistema educativo debería relacionarse con las ganas que tuviesen los jóvenes para seguir aprendiendo siempre. Un sistema que premiase a los docentes que son capaces de cultivar la curiosidad que todos tenemos cuando somos niños pero que vamos perdiendo en el colegio.
La culpa no es de los docentes, sino del sistema, por eso algunos de ellos buscan educar de una forma alternativa, la misma que fomentan grandes profesionales que ofrecen una educación diferente alrededor de la tecnología con sus propuestas extraescolares.
¿Y ahora qué?
A través de diferentes proyectos intento que más personas quieran alcanzar un destino común llamado Sindesia.
Sindesia no aparece en los mapas, pero allí los niños cultivan su propia educación experimentando con aquello que les motiva mientras la obligación de un docente es despertar su curiosidad y facilitar lo que necesiten para que construyan su propio futuro.
En Sindesia a los docentes se les ayuda para que consigan ese objetivo, tanto si están dentro del sistema como si quieren tener su propia academia, no se les castiga por intentarlo.
En Sindesia no hay gente que quiere aprovecharse de sus ganas de emprender.
En Sindesia no hay gurús, ni en el mundo de la educación ni en el del emprendimiento.
Sindesia está muy lejos, quizá nunca lleguemos, pero he decidido compartir lo que me voy encontrando en el camino porque creo que hay demasiadas cosas que contar y que nadie cuenta.
Si quieres conocer el camino que ya he recorrido y el viaje que voy haciendo cada día para llegar a Sindesia puedes leerme aquí o en mi nueva cuenta de Twitter.
Dani Sanz