Puede que te hayas planteado alguna vez qué pasaría si hubieras elegido otro camino educativo para tus hijos, yo lo hago a menudo.
Te invito a hacerte una pregunta antes. ¿Se puede elegir más de un camino educativo?
La historia de Bárbara
Bárbara tenía 8 años cuando en el colegio determinaron que tenía un trastorno de aprendizaje que le impedía seguir las clases correctamente. No era capaz de concentrarse y no se adaptaba como el resto de sus compañeros por lo que de seguir así su futuro era incierto.
Ni que decir tiene que para muchos niños acudir a clase es un calvario principalmente porque no le encuentran ningún sentido. Oficialmente son “inadaptados”. Lo más grave no es que no aprovechen la “magnífica educación” que se les brinda, sino que su salud mental va empeorando llegando a veces a un desenlace trágico.
Bárbara tenía bastantes papeletas para ese futuro y ya estaba siendo señalada por sus educadores por lo que su madre llevó a la niña a un especialista en busca de alguna cura a su “trastorno” que le ocasionaba no poder seguir las clases.
La niña estuvo más de 20 minutos sentada escuchando como su madre le explicaba al doctor todos los problemas que ocasionaba en clase y finalmente el médico le dijo a Bárbara que tenía que salir con su madre fuera de la sala para hablar en privado. Dejó encendida la radio antes de salir.
Nada más quedarse sola Bárbara se levantó y empezó a moverse al ritmo de la música y su madre junto con el médico se quedaron observando unos minutos sin que ella se diera cuenta.
– Su hija no está enferma, es bailarina. Llévela a una escuela de danza.
Según relata Bárbara cuando entró por primera vez a la escuela de danza le resultó maravilloso descubrir una sala llena de personas como ella. Personas que no se podían quedar quietas. Personas que tenían que moverse para pensar.
He utilizado el segundo nombre de Gillian Barbara Lynne para sentirla más cercana aunque nació en Inglaterra en 1926.
Después de aquello entró en la escuela del Royal Ballet, se convirtió en solista y fundó su propia compañía de danza. Tuvo una exitosa carrera como bailarina y ha sido aclamada como una de las mejores coreógrafas de la historia por obras como Cats o El fantasma de la ópera.
Otros la conocimos gracias a que Ken Robinson la puso como ejemplo en la charla TED más vista de la historia y que no deberías dejar de ver si no la conoces (puedes activar subtítulos).
Caminos paralelos
¿Crees que Gillian abandonó la escuela tradicional con 8 años?
Evidentemente no, pero poder acudir en paralelo a la escuela de danza le proporcionó una nueva ilusión con la que poder afrontar el día a día y manejar mejor su situación de “inadaptada”.
Aunque existen caminos alternativos a la escuela tradicional no todos los padres tienen los recursos económicos, el tiempo o la información para evitar el sistema reglado.
La buena noticia es que se pueden transitar varios caminos en paralelo, no hace falta elegir un único camino.
Si no disponemos de recursos o directamente no tenemos agallas para evitar el sistema, al menos expongamos a nuestros hijos a la mayor cantidad de caminos alternativos que puedan tomar aunque sea en paralelo.
Descubrir qué caminos pueden encajar con ellos cuando son pequeños y darles el apoyo para que exploren sin miedo puede ser determinante para el resto de sus vidas.
Deben mirar por la ventana
El sistema educativo nos da una falsa sensación de seguridad… la sensación de que es el camino correcto, pero porque parece que es el único camino. Es como viajar en un tren, sabemos que no se puede salir de las vías y esa falta de libertad o de libre albedrío nos calma.
El objetivo común es llegar a destino, pero no todas las personas en el tren saben qué hacen ahí o a dónde van por lo que su viaje es muy distinto.
Por suerte hay ventanas por las que mirar todo lo que ofrecen ambos lados de la vía durante todo el recorrido y hay quien encuentra tan interesante lo que ve que decide bajar del tren.
Hay niños que tienen la curiosidad de mirar por la ventana de manera natural, pero a otros les fascina tanto el destino que solo están deseando llegar y ni siquiera contemplan la posibilidad de girar la cabeza.
Al llegar al destino se dan cuenta de que no era lo que esperaban mientras contemplan el entusiasmo en los que miraron por la ventana y comentan con sus padres las maravillas que han ido viendo. Todos han llegado al final del recorrido, pero el viaje ha sido diferente y eso será determinante en el momento que les toque viajar solos y elegir un nuevo destino.
Gillian tuvo la suerte de ser suficientemente problemática para que un buen psicólogo se topase en su camino y le invitase a mirar por la ventana.
¿Cuántos niños no llegan nunca a descubrir su vocación y habilidades naturales por encajar demasiado bien en el sistema y no dar problemas?
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz
P.D. Mi aportación a todo el paisaje que se ve desde la ventana es Tecnodemia.