Viaje a Sindesia #12 Más facilitadores y menos profesores.
Hace unos días hablé con Alberto. Se había interesado por los cursos en Juegos Robótica, pero necesitaba más información por teléfono.
—En nuestro centro seguimos los intereses de los niños —me dijo.
—Supongo que sois un colegio de educación alternativa.
—Eso es.
La conversación seguía y llegó el momento en el que yo tenía que nombrar a las personas adultas que están ayudando en la educación de los niños. ¿Cómo los denominarían en su centro?
—Supongo que no os llamáis profesores a vosotros mismos, ¿verdad?
—No, somos acompañantes.
Profesor
Solo es una palabra, pero el concepto cambia completamente.
Una persona con los mismos conocimientos, la misma experiencia y la misma motivación por ayudar en la educación de los niños puede hacerlo desde enfoques muy distintos.
En el rol del profesor se presupone que los conocimientos sobre una materia son elevados o al menos por encima del alumno, que por cierto es otra denominación concreta para la persona que está en un proceso de aprendizaje.
El profesor es sabio y transmite sus conocimientos al alumno. Debe dominar el “arte de enseñar”.
Sería estúpido que el alumno no quisiera aprovechar todo el conocimiento que le está cediendo el profesor, por lo tanto, si esa transmisión del conocimiento no fluye correctamente se suele señalar al alumno como culpable, no al profesor.
La teoría es sencilla. Un profesor transmite su conocimiento a decenas o cientos de alumnos durante un curso escolar. Varios profesores, varias áreas de conocimiento.
¿Qué pasa si el alumno quiere aprender o profundizar sobre algo, pero no hay un profesor en esa área de conocimiento?
En ese caso debe buscar fuera del sistema porque alguien decidió que eso no es interesante para tratar en la escuela y, por lo tanto, no hay un profesor con un conocimiento elevado sobre ello que pueda transmitir nada a un alumno.
Facilitador, mentor, acompañante.
Es bastante intuitivo entender el rol del acompañante, aunque podamos emplear otro término para denominar la persona que facilita el aprendizaje de otra persona.
Para empezar, la edad no es una condición indispensable en la definición. Una persona de cuarenta años puede estar aprendiendo guiada por una persona de trece.
Lo importante es que el facilitador es capaz de ayudar en el aprendizaje del aprendiz, ya sea por sus conocimientos en el proceso de aprendizaje en general, por su experiencia concreta en esa área de conocimiento (mentor) o porque esté inmerso en el mismo proceso de aprendizaje.
Efectivamente, dos compañeras que están investigando y aprendiendo sobre inteligencia artificial, por ejemplo, están siendo facilitadoras la una de la otra. Ese rol puede ser mucho más importante y efectivo en el aprendizaje que el de un profesor que sea doctor en inteligencia artificial.
En su primer correo Alberto me escribió:
Quiero introducir conceptos y práctica de programación y robótica para niñxs entre 8 y 11 años. No tengo experiencia en este campo.
Maravilloso.
Tal y como le expliqué, para él va a ser más fácil entender el proceso de descubrimiento de la programación de forma consciente que para un doctor en inteligencia artificial, por lo que va a poder ayudar perfectamente a otros en el mismo proceso.
Alguien que se ve como “acompañante” y que va a facilitar el aprendizaje a otras personas, siendo su compañero en el camino, tiene que tener mejores resultados que un profesor.
Me ilusiona poder ser yo quien pueda acompañar a Alberto en ese proceso, aunque sea más desde un rol de mentor.
Normalmente hago de profesor formando a profesores, pero me gustaría pasar más tiempo siendo acompañante de acompañantes.
Por el momento intento ayudar a profesores para que puedan convertirse en facilitadores.
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz