Viaje a Sindesia #15 ¿Quién es aquí el robot?
He puesto en marcha un grupo de Telegram para que los padres que quieran ofrecer a sus hijos una educación tecnológica basada principalmente en la creatividad puedan estar en contacto compartiendo herramientas y experiencias.
Parto de la base de que todos entendemos que la creatividad es una habilidad fundamental para cualquier persona y que en la niñez se puede cultivar o dejar perder dependiendo del enfoque educativo.
Cuando he intentado compartir el objetivo del grupo de Telegram con algunos padres, me he vuelto a encontrar con el problema de cómo explicar bien el enfoque creativo de la educación, por ejemplo en programación, y por qué creo que es tan importante.
Me gusta utilizar el ejemplo de Lego porque pienso que es algo fácil de ver, tanto si lo aplicamos a la enseñanza de la programación como a cualquier otra área.
Lego nos traicionó
En los años 40 la empresa Lego apostó por las máquinas de inyección de plástico y se enfocó completamente en la producción de piezas de construcción que todos conocemos. Era una evolución de las piezas de madera con las que ya jugaban los niños de todo el mundo.
Los niños podían tener diferentes piezas de varios colores, tamaños y formas con las que construir todo lo que pudieran imaginar. ¿Hay mejor manera de ayudar a que los niños trabajen la creatividad?
Lego comercializaba principalmente surtidos de piezas variadas en cajas. Algunas contenían más piezas y otras menos, unas tenían más piezas pequeñas y otras más grandes, etc.
Sin embargo, pasado un tiempo, Lego empezó a incorporar una serie de instrucciones de modelos muy básicos que se podían hacer con algunos surtidos concretos.
Aquí empieza el problema. Algún analista de ventas compara las ventas de los surtidos que incluyen alguna sugerencia de montaje con instrucciones con aquellos que no tienen instrucciones, simplemente el surtido, comprobando que se venden muchísimo mejor los que tienen instrucciones.
Desde ese momento Lego abandona prácticamente los surtidos “de construcción libre” por kits de construcción que normalmente tienen un modelo principal para montar, como un gran camión, el Empire State Building o ejemplos más actuales como el Halcón Milenario.
Aunque es evidente que con esas piezas se pueden montar incontables creaciones, lo cierto es que la mayoría de veces se monta el modelo propuesto y ahí se queda. Los niños disfrutan del montaje, siguiendo instrucciones una a una y se sienten orgullosos del resultado final que queda expuesto en una estantería.
¿Te suena lo que estoy contando?
Si tu hija o hija se ha acostumbrado a esa manera de utilizar los bloques de Lego es muy difícil que disfrute creando algo desde cero cuando se lo sugerimos y lo más probable es que se sienta sin ideas y le incomode el ejercicio.
Exigen instrucciones, por eso aplicaciones como Brickit han sido tan bien acogidas.
Esparces cientos de piezas Lego en una superficie plana, haces una captura con el teléfono y la aplicación es capaz de sugerir decenas de modelos que puedes construir con esas piezas y por supuesto ofrece instrucciones de montaje paso a paso.
Compara el teléfono con tu hijo o hija mientras sigue las instrucciones de la aplicación y dime quién es realmente el robot.
¿Puede traicionarnos Scratch?
Parece que la historia se repite. En la década de los 2000, el equipo de Mitchell Resnick dentro del MIT publican el lenguaje de programación Scratch junto con su entorno de desarrollo.
No han utilizado máquinas de inyección de plástico, pero han creado bloques muy similares a nivel informático. Es una herramienta muy potente a nivel creativo.
Cada bloque cumple una función tal y como lo harían instrucciones de un lenguaje de programación por código, pero su clasificación por colores y la forma hacen que los niños (y adultos) puedan realizar más fácilmente programas conectando los bloques como si fueran piezas de Lego.
Algo parecido ya había hecho precisamente Lego para sus kits de robótica educativa, pero el sistema no era tan intuitivo como el de Scratch que actualmente se ha convertido en un estándar en educación para enseñar a programar.
Para un niño, entender el funcionamiento de los bloques de Scratch no es tan fácil como ponerse a construir algo con piezas de Lego y requiere algo de ayuda por parte de un facilitador o alguna guía sencilla con ejemplos.
El problema viene, de nuevo, cuando intentamos enseñar a programar con Scratch exclusivamente con instrucciones paso a paso y se nos olvida que lo importante es que cultiven su creatividad (en programación) mediante sus propias creaciones.
Invitar a los niños a que busquen sus propias soluciones en vez de dárselas nosotros requiere más esfuerzo, pero la recompensa es enorme. Nada más y nada menos que personas que pueden resolver problemas creativamente y que pueden crear programas partiendo de cero.
El grupo
Encontrar guías paso a paso para Lego o para Scratch no es nada complejo gracias a internet y aplicaciones como Brickit, lo difícil es encontrar la manera de incentivar a nuestros hijos para que no abusen de ese tipo de guías.
Ayudarnos en esa misión en cuanto a la educación tecnológica de nuestros hijos es el objetivo principal de este nuevo grupo en el que todos tenemos que estar de acuerdo en la importancia que tiene la creatividad para nuestros hijos.
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz
P.D. Ponte en contacto si tienes hijos menores de 12 años, compartes plenamente este punto de vista y quieres pertenecer a este nuevo grupo de padres.