Viaje a Sindesia #21 Una nueva esperanza.
Si has asociado el título que he utilizado con una saga de películas, que sepas que siempre voy a querer estar en tu equipo.
Nunca he llegado a considerarme un adulto, ni siquiera un adulto joven. Me identifico más con un niño grande, viejo si quieres, pero un niño.
Creo que tener esa percepción me ha ayudado a tener ilusión y curiosidad, pero después de haber dado 46 vueltas completas al sol ya voy viendo que no tiene nada que ver.
De hecho hay muchos niños que no solo no tienen ilusión, sino que han perdido cualquier esperanza en el futuro y cada vez son más los que sufren depresión en la infancia.
Huston, tenemos un problema.
Mi intención era poner algunos enlaces a artículos de prensa que llaman la atención sobre la escalada exponencial de los casos de ansiedad, depresión y suicidio en niños y adolescentes pero es más impactante si haces tú la búsqueda por el término “depresión infantil” en noticias de Google.
Encontrarás titulares como “Aumentan un 47% los trastornos de salud mental en los menores” o “Los expertos alertan de que se triplican los intentos de suicidio entre los jóvenes”.
Es algo gravísimo que no se está intentando atajar de raíz a pesar de que los expertos parecen haber identificado una parte importante del origen del problema o al menos es mi percepción.
Sin ser un especialista me cuadra bastante la explicación de aquellos que señalan como muy nociva la exposición constante de niños y adolescentes a un escenario de incertidumbre y negatividad sobre el futuro.
Aunque no lo parezca muchos niños tienen la idea de que están viviendo una especie de “fin del mundo” en la que no hay ninguna esperanza.
Pandemia, virus, paro, crisis energética, guerra a las puertas de Europa, recesión, inflación, etc.
Son niños, ponte en su situación.
Ojalá contáramos con un androide de protocolo, diseñado para el servicio de los humanos, que hable seis millones de idiomas y formas de comunicación, y que pudiera “traducir” a los niños el libro Factfulness para que entendierann que nos encontramos en el mejor momento de la historia de la humanidad y que el futuro será aún mejor… a pesar de lo que digan las noticias y los adultos en general.
Rogue One, que la fuerza os acompañe.
El bienestar de la humanidad perfila una línea ascendente a lo largo del tiempo aunque si “hacemos zoom” podemos ver que no es una línea continua, sino que hay multitud de dientes de sierra.
Hay momentos de la historia en la que todo parece ser negativo y en los que perdemos multitud de vidas de manera injusta o que no podemos comprender.
Muchas personas se sacrifican en esos periodos para ofrecernos a todos los demás una nueva esperanza para seguir mirando con ilusión al futuro.
Para todo un universo amenazado por un arma capaz de destruir planetas enteros la esperanza puede ser conseguir los planos que permitirán acabar con ella, pero los niños necesitan una esperanza real, no de película.
Los padres y educadores tenemos la obligación de hacer un esfuerzo por mostrar la realidad de manera diferente y positiva, porque los niños están perdiendo la ilusión por vivir y ser parte del futuro.
El 16 de noviembre por fin despegó la primera misión Artemis I que está llevando a la nave Orión para que orbite alrededor de la Luna.
De nuevo la humanidad va a intentar pisar nuestro satélite y me parece una locura no aprovechar algo así para ilusionar a los niños en los próximos años.
Además, no es difícil utilizar las misiones Artemis para captar su interés por el área científica y tecnológica ayudando incluso en el colegio a plantear lecciones que pueden ser poco atractivas ahora.
A mí me gusta el espacio y por eso me ilusiona este momento, pero seguro que hay muchas más noticias esperanzadoras que podemos comentar con nuestros hijos y que a mí me han pasado desapercibidas.
La cuestión es poner cada uno nuestro granito de arena para que los niños tengan una nueva esperanza y no tengan la percepción negativa de futuro que llevamos años amplificando sin quererlo.
Que la fuerza te acompañe en esta misión tan importante.
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz