Viaje a Sindesia #3 ¿Qué importancia tienen las herramientas en el aprendizaje?
Algo está en nuestra mano
¡Hola!
Estas dos últimas semanas han sido apasionantes. He estado en contacto con multitud de personas con los que he compartido interesantes reflexiones alrededor del marketing y los negocios pero también sobre educación, porque al fin y al cabo mis fuentes de ingreso giran alrededor del aprendizaje en torno a la programación y la robótica.
Intuyes mi punto de vista sobre la educación y seguramente por eso vamos juntos hacia Sindesia a través de esta newsletter, pero mi sorpresa ha sido descubrir la cantidad de gente que estaría dispuesta a acompañarnos si supiera de nuestro viaje.
En torno a veinticinco personas con las que he podido conversar con calma de fríos números y estrategias de marketing me han mostrado en su mayoría que mi visión de la educación resuena poderosamente con la suya.
¿Es por mí? ¡Claro que no! Simplemente es algo en lo que prácticamente todos estamos de acuerdo aunque no consigamos articular nuestra visión a través de acciones y el día a día nos lleve por la misma senda que circulan todos.
Todos los que estamos en esa senda queremos pisar la hierba fresca que tenemos a nuestro alrededor y aún más que lo hagan nuestros hijos. Sin embargo, seguimos todos en el estrecho y árido sendero anhelando poder tener el arrojo de salir como los pocos que vemos disfrutar de la frescura y espacio que ofrece “estar fuera del camino”.
Me siento muy agradecido de haber tenido la oportunidad de hacer una parada en la senda para hablar con otros caminantes como yo porque he sentido cómo me empujaban a salir y pisar la hierba, y sobre todo a ayudar a que otros lo hagan también. ¡Gracias!
Las herramientas
El sendero es estrecho, pero largo y he hablado con personas que estaban en España pero también en Italia, Bolivia o Costa Rica… todos al mismo tiempo, en una conversación fluida y con gran calidad de imagen, con calidez y cercanía.
La herramienta nos ha permitido estar juntos unas horas y es fantástico, pero la auténtica magia viene de las personas que estamos utilizando la herramienta y lo que hacemos con ella.
Al mismo tiempo y con la misma herramienta otro grupo podía estar planeando la invasión de un país en Europa del Este o negociando las condiciones de una operación de trata de blancas aprovechando la desesperación de la población invadida.
Parece obvio que la manera de utilizar la herramienta es más importante que la herramienta en sí.
No podemos culpar a los creadores de las herramientas del uso que se hace de ellas, pero al menos podemos intentar que se utilicen buscando un buen objetivo.
Las nuevas tecnologías en las aulas están siendo aprovechadas, salvo excepciones, para perpetuar el mismo modelo instruccionista de transmisión del conocimiento de los últimos dos siglos.
Una pizarra electrónica no es muy diferente de una pizarra convencional si se utiliza de la misma manera y para el mismo fin.
Una clase online en la que un maestro habla y treinta niños atienden sin moverse ni hablar no es muy diferente a una clase en un aula presencial.
Pedir deberes a través de Google Classroom es exactamente igual que pedirlos en vivo en clase.
Quizá sería mejor utilizar todas estas herramientas para mejorar la experiencia de aprendizaje de los niños siendo capaces de potenciar su creatividad y todo ello con la menor intervención posible de un adulto que “esté en poder de la verdad y el conocimiento absoluto”.
¿Quién enseña el buen uso de las herramientas?
A finales de los 60 Seymour Papert se apoya en Wally Feurzeig y Cynthia Solomon para crear un nuevo lenguaje de programación llamado LOGO que permitiera a los niños entender conceptos geométricos de manera natural siguiendo su teoría construccionista del aprendizaje.
Sin embargo, a finales de los 80 mi aburrido profesor de informática lo intentó utilizar para enseñarnos a programar. El resultado es que ni aprendimos geometría ni aprendimos a programar, aunque sirvió para despertar el interés de algunos.
Ya en el siglo XXI Mitchel Resnick, discípulo de Papert, tiene la idea de crear un entorno de programación llamado Scratch para que los niños y niñas puedan expresarse de manera creativa aprovechando conceptos de programación.
Claro que Resnick quiere que los niños programen, pero no de la manera que se está planteando. Cuando se le escucha es fácil entender que lo que pretende es que los niños sepan utilizar la programación igual que si fuera un pincel, un instrumento musical o un juego de construcción de bloques.
El objetivo no es aprender a programar, sino ofrecer una herramienta para que niños y adultos puedan desarrollar su creatividad expresándose con ayuda de la programación. El aprendizaje de la habilidad para programar vendrá como consecuencia de esa experiencia, pero no es el objetivo de la herramienta.
¿Por qué estamos utilizando Scratch para enseñar a programar en vez de potenciar su uso como herramienta de expresión creativa?
Es curioso que quienes acaban aprendiendo de verdad a programar sean los niños que reciben esa aproximación más creativa y, sin embargo, a los docentes se les está enseñando a utilizar Scratch de manera completamente dirigida. Instruccionismo, como siempre.
¿Cómo se le está presentando Scratch a tu hijo o hija?
Lo que está en nuestra mano
Es probable que estés en el mismo sendero que describí al principio, yo también estoy ahí. Desde nuestra posición podemos hacer pequeñas cosas para que sea un poco más ancho y que puedan aparecer algunas briznas de hierba aunque no tengamos el arrojo de salirnos completamente de él.
Si crees que a tu hijo o hija le están intentando meter la programación y el pensamiento computacional “en vena” de manera dirigida utilizando Scratch tómate el tiempo y haz un esfuerzo por conversar con ese docente. Háblale de Resnick, de Papert o incluso de Alan Kay. Dile que para conseguir su objetivo puede hacer otro uso de la herramienta.
Te hablo de lo que conozco y domino, pero igualmente puedes ayudar en el cambio si tienes otras referencias en otras materias que tengan que ver con la educación que reciben tus hijos con las que puedas motivar directamente a los docentes a que sean los agentes del cambio.
Me da la sensación que la mayoría estamos de acuerdo en todo esto, incluso los docentes.
¿Cómo es posible que en la última semana en cinco conversaciones con cinco personas en cada una (desconocidas para mí) hablando de estrategias de marketing terminemos viendo que tenemos una visión común respecto a la educación?
Eso no es casualidad, no puede serlo.
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz