Viaje a Sindesia #4 Las motivaciones para ayudar a aprender.
Elige la brújula adecuada para poder guiar a los demás.
Seguro que has leído mucho sobre cómo un cambio de hábitos puede llevarte a conseguir tus objetivos.
El discurso generalizado es que si no te gustan los resultados que estás teniendo, sea lo sea, cambies tu conducta de manera que puedas cambiar esos resultados.
Parece lógico que si no cambias “algo” tus resultados van a seguir siendo los mismos, por lo tanto si quieres ver algún cambio debes partir de las acciones previas.
Si tienes sobrepeso probablemente no veas un cambio si no cambias tus hábitos de alimentación y ejercicio.
Si no tienes un dominio del inglés y quieres tenerlo es probable que no lo alcances si no te fuerzas a utilizarlo en tu día a día.
Y así se pueden poner muchos ejemplos. El problema principal es que aunque seas consciente de que quieres bajar de peso y dominar el inglés lo más difícil es conseguir cambiar tu conducta. Aunque durante unas semanas consigas cenar brócoli con lenguado mientras investigas cómo se dice en inglés, lo más seguro es que no tengas continuidad.
Tengo una opinión sobre cómo se puede cambiar eso porque me ha funcionado siempre.
Analiza la secuencia real que acaba en el resultado
Para ilustrar la idea quiero explicarte por qué me dedico a enseñar a los demás o, como prefiero decir, por qué ayudo a que otros aprendan o mejoren.
Alguien podría tener una visión idealizada de un docente y pensar que quiere “entregar su conocimiento” a los demás a través de un acto de generosidad continua.
Pocos docentes tienen un conocimiento con valor suficiente como para pensar que están entregando una especie de tesoro a los demás y los que llegan a ese nivel normalmente son catedráticos en una Universidad y lo que les alimenta es su propio ego.
Yo tiendo a pensar que un docente es alguien que facilita el aprendizaje de los demás y que su mayor valor no es su propio conocimiento sino la manera en la que despierta la curiosidad de los demás por aprender.
Esta definición parece más altruista que la anterior, sin embargo todos tenemos motivaciones egoístas en la docencia.
Y aquí es donde tenemos visión de la secuencia completa que acaba en un resultado. El resultado viene precedido de una conducta, pero esa conducta viene precedida de unas motivaciones.
Puedes cambiar tus hábitos de alimentación (conducta) para bajar de peso (resultado) pero si no revisas tus motivaciones es probable que fracases. Mismas motivaciones, mismas conductas, mismos resultados.
Puedes tener claro el destino, pero necesitas que tu motivación esté correctamente definida porque es la brújula que te va a guiar y lo que es más importante, va a ser la que ayude a guiar a los demás.
La motivación del docente para enseñar
Por Juegos Robótica pasan diferentes docentes, pero con los años voy identificando patrones y yo mismo me acabo poniendo una etiqueta.
Es evidente que hay muchos docentes sin ningún tipo de vocación cuya motivación principal para enseñar a adolescentes es la remuneración de un empleo seguro y relativamente cómodo.
Otros tienen sus necesidades económicas prácticamente cubiertas, pero disfrutan de una posición de autoridad o respeto que no quieren abandonar. Recuerdo algunos catedráticos endiosados que se cruzaron en mi camino.
Los que ayudan a los más pequeños sí que tienen vocación, tan difícil de ver últimamente, y la motivación principal es ayudar a los niños a que adquieran un aprendizaje. No atesoran un conocimiento único ni son los más se quejan del sueldo o las condiciones laborales, pero parecen ser los más felices y eso se traduce en que son los que mejor ayudan a los demás.
¿Por qué? Por sus motivaciones. Sus motivaciones condicionan su conducta y su conducta condiciona el resultado.
¿Queremos a los mejores docentes en todas las etapas? Revisemos sus motivaciones.
Es probable que los docentes con motivaciones extrínsecas, como un buen sueldo, proyecten recompensas extrínsecas en sus alumnos, mientras que los que tienen motivaciones intrínsecas puedan transmitir igualmente recompensas intrínsecas.
Solo las recompensas y motivaciones intrínsecas podrán fomentar la creatividad y curiosidad en el aprendizaje.
Mi propia motivación
Personalmente soy egoísta en mi motivación, pero no lo veo como algo negativo analizando la conducta que motiva y el resultado como consecuencia de esa conducta.
Mi motivación principal para querer enseñar es querer aprender.
Es la frase que puedes ver al final de mis vídeos que tienen que ver con la programación creativa y la robótica educativa.
Aprender para enseñar. Enseñar para aprender.
Tendría demasiados sesgos si quisiera juzgarme a mí mismo, pero identifico la motivación de querer aprender en muchos docentes con los que tengo contacto y sus acciones (conducta) me hacen intuir grandes resultados.
Hay mucha diferencia entre tener el ego y la seguridad laboral como motivaciones principales a que sean las ganas de aprender y que otros aprendan.
Adivina qué tipo de docente prefiero para mis hijos. ¿Y tú?
Te espero en la siguiente parada de este viaje a Sindesia.
Dani Sanz